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La adaptación en el proceso evolutivo

Publicado por Ramón Contreras

Cuando se habla de selección natural y parafraseando las grandes teorías evolutivas la selección natural se puede resumir como “la supervivencia del más apto”. Esta adaptación, entendida como el conjunto de habilidades y características individuales que permiten una óptima supervivencia al entorno, supuestamente será transmitida a la descendencia. De esta manera la adaptación a un entorno aumentará gradualmente en una especie, pues solo se cruzarán aquellos individuos mejor adaptados. Con el paso de las generaciones las características genéticas que hacen que esos individuos, y no otros de la población, se adapten mejor al medio en el que viven hará que la especie evolucione, es decir, pierda las características de la población que no permitan sobrevivir en el medio en el que se encuentran.

Sin embargo, hay que matizar un poco a la hora de hablar de evolución frente adaptación. Las especies cambian (evolucionan) adaptándose a las condiciones generales de su entorno. Las especies no evolucionan para sobrevivir al invierno, sino a regiones donde durante todo el año y durante muchos años seguidos las temperaturas son bajas.

Existen pues dos tipos de adaptaciones biológicas. En primer lugar encontramos aquellas que ocurren a corto plazo (desde unos segundos a durante varios días). Estas adaptaciones rápidas son la respuesta fisiológica del organismo a los cambios constantes del medio que lo rodea, tales como variaciones en la temperatura, la luz o debidos a variaciones internas del organismo, el hambre, el sueño, la fatiga, etc. Estas adaptaciones no intervienen en el proceso evolutivo de una especie, pero el correcto funcionamiento de la adaptación a las variaciones de las condiciones externas sí que interviene en la supervivencia del individuo. Concretamente se puede denominar aclimatación al proceso de adaptación fisiológica al clima. Por ejemplo el pelo crece más deprisa durante los periodos de frío, sin embargo esta respuesta no se mantiene con el tiempo, puesto que al aumentar las temperaturas el pelo disminuye su velocidad de crecimiento y su largura.

En término evolutivos la adaptación se refiere a cambios permanentes que permiten sobrevivir a condiciones estables del ecosistema. Puede ser que al principio estas adaptaciones sean transitorias (aclimataciones) pero que cambios en el entorno lleven a convertirlas en permanentes, por ejemplo los mamuts y otros animales que vivieron en las épocas de glaciaciones tenían un pelo largo y espeso, de forma constitutiva. Estos cambios permanentes pueden ser de muchos tipos, tanto fisiológicos, como morfológicos, de desarrollo o incluso cambios de conductas de reproducción, alimentación, etc.

Hay que puntualizar que la adaptación al medio de una especie no surge como respuesta a cambios en el medio. En una población existen individuos con diferentes capacidades para adaptarse al entorno. Suponiendo que los más adaptados dejarán más descendencia, las mutaciones genéticas que les otorgan una mayor supervivencia pasaran a la generación siguiente, mientras que aquellas mutaciones que no permitan adaptarse al entorno se perderán. Es decir, las mutaciones beneficiosas no aparecen como respuesta a un entorno determinado, sino que las mutaciones beneficiosas y deletéreas aparecerán en la población y solo se quedarán aquellas que otorguen una mayor capacidad para sobrevivir, o al menos no empeoren la aptitud del individuo.