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Un ejemplo de Impacto ambiental sobre ciervos y el telón de acero

Publicado por Ramón Contreras

Que el ser humano influye en la vida de otros seres vivos es un hecho comprobado. En la mayoría de casos el efecto humano ha sido negativo en otros animales. No solo por la depredación, sino también por la pérdida de hábitat, tanto directa con por ejemplo la tala de bosques, como indirecta, debida al cambio climático generado por el ser humano. Aunque no siempre la mano del ser humano es tan drástica, en ocasiones tan solo una carretera o una ciudad pueden ser un obstáculo insalvable para las poblaciones de animales acostumbradas a campar por su territorio sin problemas.

Uno de los ejemplos del efecto de la actividad humana sobre otros seres vivos es el que se ha descrito para los ciervos del parque nacional de Alemania y Republica Checa. Allí, donde estuvo levantado el telón de acero los ciervos se adaptaron a las nuevas circunstancias y les costará volver a cómo era todo antes. El estudio realizado con ciervos puede extrapolarse a otras comunidades animales, entre otros a los depredadores de los ciervos que les siguen en sus territorios.

El telón de acero fue una valla levantada en la frontera para evitar el paso de las personas (entre 1951 y 1989 separó el país), tropas armadas patrullaban la zona y una verja electrificaba impedía el paso de todo animal entre ambas partes de la frontera. Hace más de 20 años que las vallas fueron retiradas y las tropas dejaron el bosque, convertido en el Parque Nacional dl bosque Bavaro en 1971, siendo el primer parque del país y protegido por ley desde entonces. Durante 10 años los alemanes monitorizaron a los ciervos con tecnología GPS y presentaron un estudio sobre el efecto de la frontera (ya sin valla) sobre las migraciones territoriales de los ciervos. Los datos obtenidos sorprendieron a los investigadores. En 2005 los responsables del parque checo, al otro lado de la frontera empezaron su propio estudio con las poblaicones de ciervos de ese lado con idénticos resultados.

Los ciervos del lado alemán de la valla no cruzaban al otro lado, aunque ya no hubiese valla. El rastreo de sus movimientos durante más de 10 años reconocía que en tan solo dos ocasiones ciervos de un lado pasaron al otro lado de la valla que ya solo estaba en el recuerdo de los ciervos. Estos resultados ponen de manifiesto no solo el efecto de la actividad humana sobre las comunidades animales, sino también nos enseña algo sobre como los ciervos, que vivieron 40 años separados, recuerdas y enseñan a sus crías a no intentar cruzar la valla. Los ciervos son animales solitarios la mayoría del año por lo que la idea de no tener que cruzar al otro lado la aprenden de su madre durante la crianza o durante la época de celo cuando son gregarios. Este comportamiento tan tradicional se perderá con el tiempo, a medida que más ciervos curiosos intenten pasar al otro lado y descubran que sí se puede y ellos enseñaran a sus hijos que pueden pasar por ahí. ¿Cuánto tiempo tardarán en eso? En 25 años parece que las cosas no han cambiado mucho.