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Los tejidos en los vegetales (introducción).

Publicado por Javier García Calleja

La célula vegetal se caracteriza por estar envuelta por una membrana formada principalmente por celulosa. La comunicación de todas las células del interior de un tejido con el exterior se ve favorecida por la aparición de meatos, que son espacios intercelulares bañados por agua o, más frecuentemente, llenos de aire. Además, estos meatos también facilitan el intercambio de gases y nutrientes entre las células, lo que es esencial para el crecimiento y desarrollo de la planta.

Estas células forman diferentes tipos de tejidos, los más significativos son los siguientes:

  • Meristemos.— Las células que constituyen estos tejidos son células embrionarias relativamente pequeñas, de membranas delgadas y citosol abundante, que tienen por misión reproducirse y originar las restantes células adultas del vegetal. Se distingue un meristemo primario, de células siempre embrionarias y situadas principalmente en los puntos vegetativos (meristemos terminales), que se encuentran en los extremos de las ramas y raíces, donde aseguran el crecimiento en longitud, convirtiéndose después  en los tejidos adultos del vegetal. Los meristemos secundarios proceden de células adultas que se transforman de nuevo en células embrionarias: son el cambium y el felógeno. Permiten el crecimiento en grosor de la planta. Es importante destacar que los meristemos son fundamentales para la regeneración de tejidos dañados y para la adaptación de la planta a su entorno.
  • Tejidos parenquimáticos.— Las células de estos tejidos se diferencian de las embrionarias porque de ordinario no se reproducen, tienen tamaño mucho mayor y son pobres en citoplasma y ricas en vacuolas, estando sus membranas poco engrosadas por la celulosa. La célula parenquimática desempeña múltiples funciones, como son la elaboración, transporte y acumulación de sustancias elaboradas por ella, así como la respiración y almacenaje de agua. El parénquima constituye la masa fundamental del vegetal. Hay un parénquima asimilador con células ricas en cloroplastos, que se desarrolla sobre todo en los tallos jóvenes y en las hojas. Hacia las partes internas del vegetal y en todas las subterráneas existen parénquimas de reserva incoloros que almacenan azúcar, almidón, aceites, etc. Hay también un parénquima acuífero, que acumula agua, como en las chumberas. Además, algunos tipos de parénquima pueden cambiar su función dependiendo de las necesidades de la planta, lo que demuestra su versatilidad.
  • Tejido epidérmico.— Los vegetales terrestres de menos de un año tienen su cuerpo protegido contra rozaduras y contra la evaporación. Esta defensa se realiza por medio de células incoloras adosadas unas a las otras y que constituyen la epidermis. Se caracterizan por carecer de clorofila, por tener la parte que da al exterior recubierta por una membrana de cutina que forma la cutícula impermeable y por presentar unas aberturas en forma de ojal, que constituyen los estomas. Ciertas células epidérmicas pueden transformarse en pelos, también llamados tricomas. Los tricomas, además de proporcionar protección, pueden tener funciones de secreción y absorción.
  • Tejido suberoso.— En los tallos y raíces de más de un año, el tejido epidérmico es sustituido por el tejido suberoso formado por capas de células muertas llenas de aire que proporcionan una protección más eficaz que la epidermis. La corteza de la patata y la de los árboles están compuestas de tejido suberoso. Sin embargo, como que la sustitución de la epidermis por el corcho o súber anularía el intercambio de gases a través del cuerpo de la planta, realizan la función propia de los estomas unas perforaciones llamadas lentícelas, que se advierten incluso a simple vista en las superficies de los vegetales leñosos. Este tejido también contribuye a la resistencia mecánica de la planta.
  • Tejidos conductores. — El sistema de transporte representado por las células parenquimáticas se hace insuficiente, siendo necesaria en las Fanerógamas y Pteridofitas la presencia de células especializadas en la conducción, en forma de tubo alargado, propias de los tejidos conductores y constituidas por tejido leñoso o leño (xilema)y tejido liberiano o líber (floema). El xilema está típicamente formado por largas células muertas dispuestas en filas, las cuales reabsorben sus tabiques de separación al mismo tiempo que refuerzan sus paredes con lignina, formando largos vasos o tráqueas destinados a la conducción de la savia bruta desde las raíces a las partes verdes del vegetal. El floema se halla compuesto por un conjunto de células vivas en forma de tubos, con una gran vacuola central, pero sin núcleo, controlando la actividad del citoplasma el núcleo de una célula hermana, que la acompaña, llamada célula acompañante. Los tubos liberianos se disponen también en filas, encontrándose los tabiques de separación perforados a modo de cribas; de aquí el nombre de tubos cribosos con que también se les conoce: conducen la savia elaborada. Estos tejidos son fundamentales para la distribución de agua y nutrientes a todas las partes de la planta.
  • Tejidos de sostén.— El esclerénquima está formado por células muertas y sus fibras se encuentran en órganos adultos, mientras que los órganos en crecimiento —p. ej., los tallos jóvenes— obtienen su solidez por medio del colénquima, compuesto de células vivas capaces de crecer. Estos tejidos proporcionan soporte estructural a la planta, permitiéndole mantener su forma y resistir las fuerzas externas. Además, el esclerénquima también puede desempeñar un papel en la defensa contra los patógenos.