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Yemas y retoños en las plantas

Publicado por Javier García Calleja

En las plantas perennes, el extremo del tallo, denominado científicamente ápice, que contiene el meristemo apical, es una zona de tejidos en constante formación que se encarga de hacer crecer el tallo en longitud. En invierno permanece inactivo y recibe el nombre de yema terminal. Esta yema es la responsable del crecimiento longitudinal del tallo principal.

Por ejemplo las gruesas y escamosas hojas de la yema de un castaño de Indias (Aesculus) protegen un tallo juvenil cuyas hojas aún no se han abierto y están replegadas recubriendo el ápice.

El invierno puede ser muy dañino para las plantas, y no sólo por el frío. La savia deja de circular por el tallo y los delicados tejidos de su extremo corren el peligro de deshidratarse. Por este motivo, las hojas que protegen al ápice (catáfilos) no sólo efectúan una protección contra los agentes físicos sino que también retienen la humedad necesaria. Algunas simplemente son robustas e impermeables, pero otras pueden contar con mecanismos más evolucionados. Las yemas del sauce (Salix) tienen el exterior piloso, mientras que los catáfilos del castaño de Indias segregan una espesa resina.

Si nos fijamos en la porción de tallo correspondiente al crecimiento del último año apreciaremos diversos elementos. Veremos unas pequeñas cicatrices en forma de silla de montar sobre las cuales aparecen las yemas axilares. Cada cicatriz nos indica el lugar del que se desprendió una hoja en el último otoño y recibe el nombre de cicatriz foliar. A estas yemas las llamamos axilares porque se forman en las axilas de las hojas en el ángulo formado por su superficie superior con el tallo. Estas yemas son las que pueden llegar a dar lugar a las ramas que partirán del tallo principal. También constituyen un elemento de reserva por si la yema terminal principal resultase dañada por cualquier motivo, y no todas se desarrollan automáticamente al llegar la primavera. Algunas, y especialmente las que están situadas inmediatamente detrás de la yema terminal, pueden permanecer siempre en estado latente.

La longitud de tallo comprendida entre los nudos recibe el nombre de entrenudo. Se expandió al abrirse la yema y, si observamos su extremo inferior veremos una pequeña cicatriz que corresponde a la posición que ocupaba la yema el año pasado y que se originó al desprenderse los catáfilos protectores. Contando estas cicatrices, lo mismo que con los anillos de crecimiento, es posible calcular la edad de una rama, de un tallo joven o de un arbusto.

No debemos olvidar que las yemas pueden presentar una gran diversidad de formas y aspectos, desde las que tienen aspecto de aguja hasta las grandes yemas terminales de la col. Todas tienen la función de proteger al futuro brote y, aunque son más evidentes en invierno, pueden aparecer en cualquier época del año.  Una ramita de haya (Fagus) es una muestra de lo que ha sido la actividad anual del árbol. Su extremo más antiguo está marcado por una cicatriz circular que indica la situación de las hojas escamosas de la última yema terminal. Las cicatrices foliares, en los entrenudos, indican el punto de abscisión (caída) de las hojas caídas en otoño.

004 ramo con yemas alternas