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Órganos de la plantas: la raíz (morfología y tipos).

Publicado por Javier García Calleja

La raíz es el órgano subterráneo de las plantas vasculares. Sus principales funciones consisten en fijar la planta al suelo y absorber el agua y las sales minerales contenidas en el suelo.

En muchas plantas se forman una o varias raíces primarias, que salen del tallo, y varias raíces de menor porte, llamadas raíces secundarias, que salen de la raíz o raíces primarias. A su vez, de las raíces secundarias salen otras mas pequeñas, y así sucesivamente. El conjunto de todas las raíces de una planta constituye el sistema radical.

Morfología de la raíz.

En el exterior de la raíz se diferencian las siguientes zonas, desde el ápice hasta la base:

  •  Cofia. Es una especie de dedal situado en el extremo inferior, que tiene por misión proteger al meristemo apical del roce contra el suelo.
  • Zona de crecimiento. En ella tiene lugar el crecimiento de las células que se forman en el meristemo apical.
  • Zona pilífera o de absorción. Contiene numerosos pelos, cortos y finos, que absorben el agua y las sales minerales. Esta zona se traslada continuamente hacia el extremo de la raíz, ya que la actividad de los pelos absorbentes dura unos pocos días. En la proximidad de la zona de crecimiento se van formando continuamente nuevos pelos absorbentes, a la vez que los más alejados de esa zona mueren y se desprenden.
  • Zona suberosa o de ramificación. Es la zona más próxima a la base del tallo. Está recubierta por súber, que sustituye a los pelos absorbentes cuando éstos se han desprendido. Es esta zona se forman las raíces laterales.

 

Tipos de raíces.

Según su desarrollo en profundidad, el sistema radical puede ser:

  • Pivotante. Predomina una raíz principal, que se ramifica en otras de menor tamaño. Ejemplo: la alfalfa.
  • Fasciculado. Hay muchas raíces que salen del tallo y alcanzan todas ellas la misma longitud, aproximadamente. Ejemplo: el trigo.

Desde el punto de vista de su origen, las raíces pueden ser:

  • Normales. Salen del extremo inferior del tallo o de otra raíz.
  • Adventicias. Salen de otro sitio distinto al habitual. Por ejemplo, en las gramíneas (trigo, cebada, maíz, etc.), las raíces normales tienen un crecimiento limitado y su labor es reemplazada por raíces adventicias que salen de los primeros nudos del tallo. La hiedra se fija a los muros mediante unas raíces adventicias que salen a lo largo del tallo; estas raíces no son absorbentes, pero sí lo son las raíces normales de esta planta.

 

Nódulos radicales y micorrizas

Las plantas utilizan el nitrógeno contenido en el suelo, pero no pueden utilizar directamente el nitrógeno del aire. Solamente algunas plantas pueden hacerlo por intermedio de algunos microorganismos que viven en simbiosis con ellas. El microorganismo simbionte invade la raíz de la planta a través de sus pelos absorbentes provocando una proliferación de los tejidos internos (nódulos radicales), en donde el microorganismo absorbe el nitrógeno atmosférico con ayuda de la energía suministrada por la planta.

El ejemplo más significativo de esta simbiosis es el de las plantas leguminosas con las bacterias del género Rhizobium. La planta aporta a la bacteria los hidratos de carbono, que proporcionan la energía necesaria para el proceso, y la bacteria cede a la planta el nitrógeno absorbido, que le sirve de base para formar sus proteínas.

Las micorrizas son asociaciones simbióticas de ciertos hongos del suelo con las raíces de muchas plantas. La planta cede al hongo hidratos de carbono, y el hongo proporciona a la planta un aumento de su capacidad para absorber agua y algunos elementos nutritivos, especialmente fósforo.

Las raíces de una planta micorrizada exploran un volumen de suelo mucho mayor que cuando no hay micorrizas. Además, el hongo segrega unos enzimas que facilitan a la planta la absorción de nutrientes. Todo ello se traduce en un incremento de la biomasa de la planta, tanto de la parte aérea como del sistema radical. Por otra parte, el hongo, al desarrollar sus propias defensas, impide el desarrollo de otros posibles competidores, con lo cual la planta hospedadora resulta más resistente a organismos patógenos.