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Mejora genética: flores más aromáticas

Publicado por Ramón Contreras

La manipulación genética vegetal ha abierto un campo de actividades enorme en el mundo de la decoración y la jardinería ornamental. Para hacernos una idea de la importancia económica del sector, anualmente el mercado internacional de flores europeo mueve unos 2 billones de dólares. Es por este motivo que conseguir flores, con mayor variedad de colores, de forma de su flor o de la planta entera, con un olor más intenso y duradero y que una vez cortada la flor tarde más en marchitarse son aplicaciones biotecnológicas que reciben una gran financiación y permiten el estudio de diversas características del metabolismo de las plantas. Puedes leer otras ventajas de la manipulación genética vegetal en el artículo que le dedicamos a “agricultura y mejora genética moderna, aquí.

Los jacintos blancos son más olorosos, a raiz de una mutación en su metabolismo seucndario.

Los jacintos blancos son más olorosos, a raiz de una mutación en su metabolismo seucndario.

La biotecnología vegetal moderna, gracias a los conocimientos bioquímicos actuales, es capaz de conocer cuáles son los genes encargados de dar el color a las flores. Del mismo modo se puede conocer las rutas metabólicas que confieren a cada flor su olor característico. Ambos caracteres forman parte del metabolismo secundario de la planta. Denominado de este modo por no ser esencial para la vida de la planta. Normalmente los colores se obtienen de diferentes modificaciones de la ruta de las antocianinas. Estas moléculas son flavonoides, glucósidos solubles que contienen una fenilalanina y 3 maloniles, anillos aromáticos. Existen alrededor de una decena de antocianinas que colorean los pétalos de las flores, siendo el color el resultado de la mezcla entre varios de estos compuestos.

Por otra parte el perfume de las flores es el resultado de la evaporación de compuestos que también contienen un anillo aromático. Son derivados de la ruta del benzoato, un compuesto que es muy común en perfumería por su olor y capacidad de estabilizar otros aromas. Molecularmente el ácido benzoico, o benzoato, está formado por un anillo aromático fenílico unido a un grupo carboxílico. La formación de este pequeño aceite esencial comparte parte de la ruta de los flavonoides, puesto que ambas contienen un anillo fenílico.

Gracias a estos conocimientos los biotecnólogos son capaces de reprimir la ruta metabólica que dará lugar a los flavonoides, de tal manera que el exceso de sustratos se desviará a la ruta de benzoato, produciendo una mayor concentración de compuestos aromáticos en las plantas a cambio de una disminución de su pigmentación. Por esto, la mayoría de las flores sin color, es decir, blancas, resultan ser las más aromáticas de todas. A parte de esta modificación pueden introducirse otros genes que sintetizan enzimas del metabolismo secundario que den otros compuestos aromáticos, cambiando el aroma de la planta.

Cabe decir que no todos los intentos de inhibir la ruta de las antocianinas han dado como resultado un aumento del aroma de las flores, puesto que el metabolismo secundario de las plantas es muy extenso y en ocasiones se pueden conseguir efectos inesperados de la mutación de las enzimas implicadas en la obtención de colores. Como por ejemplo variaciones de color típico de la flor o variegaciones, pétalos con el color no homogéneo.