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El glucógeno

Publicado por Ramón Contreras

El glucógeno, también denominado glicógeno, es una de las moléculas de almacenamiento de energía más utilizadas por los seres vivos. Su molécula está formada por cadenas que pueden ramificarse de moléculas de glucosa, en vertebrados se almacena principalmente en el hígado, llegando a ser hasta el 10% del peso del hígado, aunque otros tejidos como el músculo pueden también almacenar pequeñas cantidades de glucógeno, 1% del peso muscular o en células glía, acompañantes de las neuronas, también se han detectado pequeñas cantidades.

Además, es importante destacar que el glucógeno también se encuentra en otros tejidos como el riñón y el intestino. En el caso del riñón, el glucógeno cumple una función vital en la regulación de la glucemia durante el ayuno prolongado, mientras que en el intestino, el glucógeno es esencial para el mantenimiento de la barrera intestinal y la función inmunológica.

La molécula de glucógeno es la principal reserva de glucosa tanto de animales como de plantas. Si bien es verdad que los vegetales tienen otras moléculas de almacenamiento, como el almidón, en animales las reservas de glucógeno son fundamentales para la realización de cualquier trabajo físico. Las células emplean la glucosa como fuente primera de energía, cuando la glucosa se acaba el glucógeno empieza a ser degradado para obtener nuevas moléculas de glucosa para consumir. En el hígado el almacenamiento o la liberación de glucógeno está regulado por hormonas, el glucagón y la adrenalina, que estimulan la síntesis y degradación del glucógeno respectivamente. En el hígado y el músculo el glucógeno es almacenado en vacuolas dentro del citoplasma celular donde se almacenan también los enzimas para su degradación.

La molécula de glucógeno está formada por glucosas unidas entre sí mediante enlaces glucosídicos alfa 1->4, es decir se unen dos glucosas a través del oxígeno de los carbonos 1 y 4. De manera parecida las ramificaciones se llevan a cabo mediante enlaces glucosídicos alfa 1->6, de modo similar al que sucede en la amilopeptina (como en el almidón). De esta manera pueden unirse un gran número de glucosas, normalmente las pequeñas ramificaciones cuentan con entre 12 y 18 glucosas y las moléculas enteras pueden llevar a contar con más de 100 mil monómeros de glucosa. Una de las ventajas de las ramificaciones es que aumentan los puntos por los cuales se pueden obtener las glucosas libres y además la presencia de las ramificaciones ayuda a solubilizar la molécula, de otra manera insoluble y que forma coloides.

El metabolismo del glucógeno se basa en dos enzimas, la glucógeno sintasa, que es la enzima capaz de generar los enlaces alfa 1 ->4 y la glucógeno fosforilasa que es la enzima encargada de la degradación de la molécula. Ambas enzimas se regulan de forma conjunta, de tal manera que la misma hormona afecta activando una y reprimiendo la otra.

Por ejemplo, la insulina es la hormona encargada de la captación de glucosa de la sangre tras las comidas. La insulina induce la desfosforilación de ambas enzimas, al desfosforilarse la glucógeno sintasa se activa y la glucógeno fosforilasa se vuelve menos activa, como resultado neto de la acción de las dos enzimas desfosforiladas se produce la síntesis de glucógeno. De forma contraria cuando a estas enzimas llegan las hormonas adrenalina o glucagón se fosforilan. En esta situación la glucógeno sintasa se vuelve inactiva y la glucógeno fosforilasa empieza a funcionar a mayor rendimiento. En esta situación el glucógeno empieza a degradarse liberando sangre al torrente sanguíneo.

Además, es importante mencionar que el metabolismo del glucógeno también está influenciado por factores dietéticos. Por ejemplo, una dieta rica en carbohidratos puede aumentar las reservas de glucógeno en el hígado y los músculos. Por otro lado, el ejercicio físico intenso puede agotar rápidamente estas reservas, lo que puede llevar a una disminución en el rendimiento físico. Por lo tanto, es crucial mantener un equilibrio adecuado entre la ingesta de carbohidratos y la actividad física para mantener las reservas de glucógeno en niveles óptimos.